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Fundación
Pública AndaluzaRodríguez-Acosta

Colección museística

Pintura

BUDA Y SUS DISCÍPULOS

Pintura, gouache sobre algodón. Thangka.

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Cronología

Siglo XIX.

TÍBET, (CHINA).

Descripción y bibliografía

La pintura de múltiples imágenes está destinada a los Treinta y Cinco Budas de la Confesión, representando al fundador del budismo en solitario, centrado en el eje compositivo básico. Sobre una estructura arquitectónica escalonada, se presenta a Buda sentado sobre una flor de loto. Por la posición de sus brazos, el derecho estirado hacia el suelo y con los dedos de la mano señalando la tierra y el izquierdo doblado sobre su regazo y sosteniendo con la palma abierta un pequeño recipiente de uso monástico (bhumisparçca mudra), el artista manifiesta el gesto de Buda de poner a la tierra por testigo de su iluminación. La imagen muestra en su rastro los rasgos característicos que identifican al Buda histórico, como son los lóbulos alargados de sus orejas, la sonrisa esbozada del rostro, la urna o punto del entrecejo y el pelo recogido formando la usnisha. Va vestido como un monje, dejando el pecho al descubierto, y de su cabeza irradia la luz de su sabiduría y espiritualidad en forma de halos semicirculares que enmarcan la cabeza y el cuerpo respectivamente. Como un tercer halo, se desarrolla una gran cenefa floral que enmarca y potencia la imagen central.

Sobre su figura y ubicado en un plano superior aparece la figura de Mansjuri sentado sobre flor de loto. En el mismo eje central vertical, pero en el plano inferior a los pies de Buda, un personaje sedente sobre un trono en forma de flor de loto, con la pierna derecha doblada y el pie apoyado sobre el suelo, mientras que la izquierda se recoge en una postura denominada ardhaparyanka. Su placidez corporal, así como las formas redondeadas de su cuerpo, cubierto por unos ligeros paños de cintura para abajo y un ondulante manto, contrastan con la serenidad y fuerza espiritual de la imagen de Buda. Este personaje que muestra a sus pies un ánfora vertida, se identifica con Vaisravana, el guardián del Norte, y también dios de la abundancia conocido en Tíbet con el nombre de Jambhala.

El tipo de representación que nos ofrece esta pintura se asemeja por el esquema compositivo a un mandala en el que se representa la totalidad a partir de las asociaciones de cada una de las figuras representadas.  Todas se enmarcan en un rectángulo y en el interior se agrupan en rectángulos verticales y horizontales, partiendo del círculo individual de cada una de ellas. Así las 12 + 1 del plano superior representan todas las direcciones del espacio, siendo identificados los personajes por su gestos realizados con las manos, sus atributos y sus posturas. Junto a ello cabe destacar en la simbología de la composición la estructura escalonada sobre la que se sienta Buda, que bien puede ser interpretada como una alusión al Monte Meru, el axis mundi de la cosmovisión budista.

Para mostrar los diferentes estadios espirituales y de conocimiento el artista ubica a los personajes, todos sedentes sobre una flor de loto, en diferentes fondos, utilizando una composición vegetal en el primer y medio plano en tornos verdes salpicada de aves y animales en blanco, para ser sustituida en la parte superior por un fondo azul cobalto, dividido en estratos horizontales mediante unas líneas blancas y con puntos coloreados haciendo alusión a la esfera celestial. Por último y como remate en los ángulos superiores utiliza un recurso decorativo de nubes que se repite como fondo de los grupos de personajes del plano superior.

Por la utilización de estos esquemas compositivos tan claros, el uso de una cenefa floral de peonías enmarcando el halo luminoso de la figura central, se observa una clara influencia china. / Extraído de: Isabel CERVERA FERNÁNDEZ: Fundación Rodríguez-Acosta. Colección de Arte Asiático. Granada, 2002.

Bibliografía: RHIE, M.; THURMANN, R.: Wisdom and Compassion. The Sacred Art of Tibet. Nueva York, 1992.