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Fundación
Pública AndaluzaRodríguez-Acosta

Colección museística

Escultura

BUDA

Bronce, con restos de dorado.

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Cronología

Periodo clásico.

THAILANDIA

Descripción y bibliografía

Imagen de Buda sedente de origen thailandés, posiblemente del período clásico del llamado estilo Sukhothai.

El fundador del Budismo, Sidharta Gautama, se presenta en esta imagen realizada en bronce y con restos de dorado, en actitud de “tomar la tierra como testigo o testimonio” de su iluminación. Para ello, su brazo derecho se alarga hasta que los dedos de la mano tocan el suelo, mientras que el brazo izquierdo descansa doblado y mostrando la palma, sobre su regazo. Este gesto con el que enfatiza el momento de la iluminación es uno de los más frecuentes entre la iconografía de Buda de este período thailandés. Su origen se encuentra sin duda en el arte cingalés y en el arte birmano del imperio Mon, aunque el estilo se configura como propiamente thai.

El escultor ha trabajado el molde de cera, posteriormente fundido siguiendo el procedimiento de la cera perdida, buscando la suavidad de la línea curva. Esta recorre todo el contorno de la imagen sagrada desde el usnisha a modo de “llama” que corona el tocado, hasta los pétalos con los que se forma el trono de flor de loto. El rostro recoge los signos de belleza que caracterizan al personaje, como son la urna o señal en el entrecejo, la marcada curvatura de las cejas, el alargamiento aristocrático de los lóbulos de las orejas y la enigmática sonrisa. Ésta, junto con la discreta  mirada de los ojos entornos, forman la clave para la contención espiritual que debe emanar de su rostro, enmarcado todo ello en la suavidad de las líneas generales del rostro. Como continuidad, los pliegues del cuello que recuerdan a las marcas naturales de las caracolas dan forma a la metáfora de ampliación de la voz y la doctrina del Iluminado.

El cuerpo presenta un torso rotundo con firmes hombros redondeados, torso terso y ágiles y fuertes brazos, cuyo modelo no se encuentra en ningún ideal de belleza o proporción humana, sino en la sabia combinación de elementos procedentes del mundo animal. La fuerza y presencia del león se manifiesta  en sus hombros, la potencia y elasticidad de la trompa del elefante en los brazos, creando con éstas y otras analogías al mundo natural, una imagen suprahumana que no distraiga al fiel de su meditación. Por ello el cuerpo presenta una sutil desproporción que es cubierta con un manto que le cubre que parte de su hombro izquierdo.

Buda se sienta en majestad sobre un trono en forma de flor de loto, delicadamente trabajado, que recuerda al fiel, el camino entre el mundo fenoménico  a la iluminación. El loto que se origina en aguas fanganosas, en la ignorancia, crece hasta conseguir una hermosa floración, aludiendo con ello a la sabiduría que aporta la iluminación.

En la basa, que forma una sola pieza con la escultura, lleva una inscripción en thai. I.C.F. / Extraído de: Isabel CERVERA FERNÁNDEZ: Fundación Rodríguez-Acosta. Colección de Arte Asiático. Granada, 2002.

Bibliografía: RAWSON, Ph.: The Art of Southeast Asia. London, 1967.