Archivo por días: 20 abril, 2018

Los Gómez-Moreno en “Grafitos históricos (69)” de Centro Virtual Cervantes

Publicado el en Historia e historias, Instituto Gómez-Moreno, Investigación

Hoy tenemos un interesante artículo que recoge un aspecto íntimo y familiar de los dos Gómez-Moreno, el pintor, Manuel Gómez-Moreno González y su hijo, el historiador y arqueólogo, Manuel Gómez-Moreno Martínez.

En la sección “Rinconete” de Centro Virtual Cervantes se puede leer este conciso y preciso trabajo de José Miguel Lorenzo Arribas, “Grafitos históricos (69). Los Manuel Gómez-Moreno, grafiteros”

El texto lo reproducimos aquí:

José Miguel Lorenzo Arribas

1873. Según la tradición familiar, la escena ocurrió de verdad. Conociendo al personaje, no extraña. Lo mismo habría que mirar todas las traseras de los cuadros de este pintor. A un niño de tres años no se le pone a posar. Es imposible. Pero el crío estaba en casa y el artista lo conocía bien: era su padre, y le había dado su mismo nombre.

El lienzo está firmado por Manuel Gómez-Moreno González, pintor granadino e ilustre arqueólogo (1834-1918), en el referido año. El representado es su hijo, Manuel Gómez-Moreno Martínez, el mejor historiador del arte que ha dado España, gran arqueólogo, extraordinario filólogo de la escritura ibérica, arabista, epigrafista, numísmata… Al pequeño que grafitea monigotes en el reverso del lienzo le quedaban 97 años por delante, pues así de longeva fue su vida. Las cercanas láminas grabadas con monumentos no son sino premoniciones de lo que habrá de ser el futuro del pequeño infante.

El niño debía hacer lo que veía hacer al padre, dibujar. Luego lo hizo el adolescente, cuando transcribió y dibujó inscripciones romanas para el Corpus Inscriptionum Latinarum que construía Emil Hübner y escribió con su progenitor libros eruditísimos sobre la historia de Granada. Antes de cumplir cuarenta años había hecho los Catálogos monumentales de las provincias de Ávila, Salamanca, Zamora y León. Nada menos. Hoy, todavía, se siguen citando y son fuente fundamental de consulta.

Aún hoy, a un historiador del arte no le hace falta mirar un cuadro por detrás para hablar de él. Con una buena fotografía, sobre todo si se ve la pincelada, es suficiente. Pero un cuadro no es simplemente una imagen, algo representado (aunque por metonimia así nos lo hayan enseñado), sino un objeto material, que no solo se compone de la mezcla de colores de su anverso. El reverso, con su bastidor, los apaños que se han hecho en la tela, las cicatrices del tiempo o de los avatares, el propio marco, las frecuentes inscripciones que se han marcado sobre ellos, el sistema para colgarlo… todo ello informa sobre la vida del lienzo.

Quizá el cuadro representado en este otro lienzo existiera de verdad y quizá se conserve hoy. Y, en el reverso, sus grafitos infantiles, como otros que han asomado por este espacio, monigotes manuelinos, primeras «obras», que prefiguran a quien poco después quiso ser arquitecto. No hubo posibles en la familia para mandarle a Madrid, y se conformó el pequeño sabio con hacer Filosofía y Letras en Granada. Pero don Manuel siempre dibujó extraordinariamente, y de su fácil trazo se beneficiaron sus investigaciones y, por extensión, las disciplinas que abordó, como puede verse en el Instituto Gómez-Moreno (Fundación Rodríguez-Acosta) de Granada, en cuyo museo se exhibe este cuadro. Me quedé con la curiosidad de darle la vuelta, por si acaso. Se lo comenté al conservador de la institución, Javier Moya. Esperamos a que se cerrase el centro, se puso los guantes, descorrió el cierre de seguridad que lo ancla al muro, descolgó con cuidado el cuadro, mostró el deseado reverso y… nada. Impoluto.

Y aquí, padre e hijo, dejan su aporte a la historia del grafito. Uno, sorprendido con su blusón aplicándose sobre el reverso del lienzo. Otro, desde más atrás, retratando el momento.

 

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